BICLICLETA DE MONTAÑA
El camino es estrecho, quizás demasiado: hay charcos de agua, lodo, curvas
escalofriantes, descensos vertiginosos y miles de piedras menudas; pero es
hermoso y dan ganas de arriesgarse, de lanzarse a él y recorrerlo a fuerza de
pedal, para llegar a las faldas de esa montaña vestida con nieve, en la que
brillan las aguas de una laguna que refleja el cielo.
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Prenderse del timón. Inclinar el cuerpo hacia adelante. Sentir la resistencia
del viento. Aguantar los golpes del camino. Pedalear y frenar para esquivar los
charcos, el cascajo desprendido de los cerros; y, en el fragor del descenso, la
velocidad convierte los picos y los valles en una combinación difusa de colores
y formas.
Atrevimiento y coraje caracterizan a los ciclistas de montaña que recorren, en
sus "corceles de metal", los abruptos senderos de Asturias, Al
hacerlo, no sólo ponen a prueba su arrojo, destreza y resistencia frente a las
múltiples dificultades del camino, sino que descubren maravillosos paisajes,
pueblos suspendidos en el pasado o antiguos restos de otras formas de entender
la vida
Pedalear en las alturas , son sólo algunas de las alternativas que los
ciclistas de montaña pueden encontrar en nuestras tierras, repletas de
apasionantes caminos que conducen a lugares de belleza inimaginable.
Debido a su intrincada geografía, la región es un lugar privilegiado para la
práctica del ciclismo de montaña, por lo que existen infinidad de rutas y
circuitos apasionantes, en la que se mezclan la emoción de los retos, la
contemplación de la naturaleza y el intercambio cultural con los pobladores.