Conforme se aproxima el momento final la hembra pasa mas tiempo sobre el nido. Las batidas se hacen cada vez menos frecuentes. Permanece en posición arqueada con su aleta anal hundida en el substrato. Respira agitadamente como si le faltase oxígeno, fruto quizás de su extenuación. El macho interpreta perfectamente estos signos. Se aproxima a la hembra vibrando todo su cuerpo. Ella sigue clavada en el fondo. Finalmente ambos, con sus vientres pegados al substrato, sus cuerpos arqueados y vibrantes, y sus mandíbulas exageradamente abiertas expulsan huevos y esperma para perpetuarse en la generación venidera.
En medio de la nube de esperma que deja el macho los vironeros se lanzan al nido para fecundar a su vez los huevos. La suelta de huevos y esperma dura de 4 a 10 segundos. Cuando la pareja reproductora se retira machos satélites se tiran también al nido con la esperanza de fecundar el mayor numero posible de huevos.
Tras el desove, después de que los satélites hayan cumplido su función, la hembra se vale nuevamente de su aleta caudal para enterrar los huevos. Después de aproximadamente 10 minutos de continuas batidas, los huevos quedan totalmente cubiertos. Se puede apreciar entonces en la cama un pequeño montículo de piedras bajo el cual descansa la puesta.
La hembra se retira a descansar en alguna poza cercana. Una vez haya recuperado parte de sus fuerzas iniciará de nuevo todo el proceso. Tal vez la siguiente cama la excave algunas decenas de metros mas allá. Tal vez sea en la siguiente ocasión un macho distinto el que la corteje. Al final cuando ya no le queden mas huevos en su interior se dejará arrastrar por las corrientes hasta algún lugar tranquilo donde seguramente morirá tras haber cumplido su principal cometido.
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